miércoles, 28 de diciembre de 2011

KAMIKAZE de Monica Gameros

05:01
[Kamikaze]


Para un suspiro, mejor un ataque terrorista contra el amor.
Un ataque kamikaze con mucha pólvora/
con mucho fuego y caos/
con mucha sangre.
Que las llamas del odio nos impacten
y nos enmudezcan/
y nos silencien/
y nos detengan en la charlatanería
de todas las horas hábiles/
y que nos hagan calar
en medio del poder absoluto del silencio/
para que escuche al último de tus duendes/
cantando sobre la absurda realidad,
bailando como un borracho feliz y psicótico/
levantando un tarro de cerveza con el que (cursi)
vuelve a sentirse vivo y (de nuevo) cree en las películas de amor.
Por eso/ para un suspiro/ mejor un ataque kamikaze/
Así nos quedamos con la mejor parte/
la que no nos invade el insomnio
por ocupar la mitad de la cama/
la que no altera las manías de nuestra vida
o nuestra costumbre de muerte/
la que siempre sonríe y jadea/
y no apesta/ y no ronca/
y no se pedorrea bajo las sábanas.

Por eso/ para un suspiro/ mejor un ataque kamikaze/
y mejor la vida compartida sin compartir la renta/
sin compartir la comida y deglutir cosas raras/
sin compartir el teléfono y los celos/
sin compartir el televisor/
al que odiamos
por que es lo único que nos unía/
en silencio/ sin vernos/
sin tocarnos, sin sentirnos.
Por eso/ para un suspiro/ mejor un ataque kamikaze/
directo a nuestro inconsciente yo/
posesivo/ obsoleto/ paranoico/

Y no despertar con la camisa de fuerza/
con los rayos del atardecer abrazando nuestras alas,
y las estrellas cosiéndonos las garras/
acurrucándonos la angustia de sentirnos solos
por que esa persona se marchó
y no se llevó sus cosas/ ni sus ansias/
y nos dejó tomando té con sus fantasmas/
y nos dejó sus fobias entre las sábanas.

Por eso/ para un suspiro/ mejor un ataque kamikaze/
y no las cuentas de los terapeutas de toda la familia/
(incluyendo al perro que cayó preso por violar al gato)
y no los intereses de las tarjetas de crédito
para bajar los kilos que nos amamos/
para volver a invertir en plumas y joyas/
y enamorarnos de nosotros y de nadie más,
por que quien sigue no se quedará y al final se mudará.
Por eso/ para un suspiro/ mejor un ataque kamikaze/
y no las pensiones del divorcio
y de los hijos y de los colegios.
Y no los pagarés del auto, del tuyo y del otro/
y del que quiere tu nuevo romance
(quien en realidad ya había sido tuyo en el pasado)
quien ha vuelto para cobrarte la factura de hace
10 años, 6 años, 2 años, 3 meses . . .
666 siglos.
Por eso/ para un suspiro/ mejor un ataque kamikaze/
y no la destrucción que los demonios del otro
provocan en la comisura de tus labios/
sellándolos/ lisiándolos/
para que no sientas/
para que sólo bosteces
y vomites las migajas de lo que todavía sientes.
Por eso/ para un suspiro/ mejor un ataque kamikaze/
y no comernos mutuamente en el teatro del odio y el reclamo.
Por que, aún exhaustos, tendríamos que correr
para aprovechar el bufete del show de nuestra miseria/
donde el plato principal ofrece la pus de nuestros poros/
los huesos de nuestros cosmos/ las quesadillas de sesos
que gastamos en mantener las mentiras/
para no ser culpables y no salir perdiendo.

Por que a nadie le place que lo odien/ que lo dejen/ que lo abandonen…
Por que nos convertiríamos en perdedores, inadaptados y empedernidos promiscuos e inmaduros/
por que estamos secos/ por que somos desierto/ por que somos arena y tiempo/
siempre el maldito tiempo.
Por eso/ para un suspiro/ mejor un ataque kamikaze.



Poema incluido en el libro KRONOS (2006)
Edit. Cascada de Palabras, cartonera
http://monicagameros.blogspot.com/2011/06/kronos.html
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jueves, 15 de diciembre de 2011

Las Orquídeas y los sueños de Miriam R. Krüger

por: Miguel Angel Zapata 
(sobre del poemario EGO de Miriam R. Krüger)

En la poesía de Miriam R. Krüger reaparece con frecuencia el referente de lo cotidiano y la máscara del nombre. Cada poema es un descubrimiento, un vuelo por la sencillez, los espacios y el deseo de encontrar siempre el idioma preciso en cada textura. Es siempre el mismo engaño de la lirica tranparente, ya que detrás de cada cristal siempre hay una complejidad que nos aterra, y se requiere de una relectura minuciosa para poder ver más allá de la primera contemplación. El sentido es directo y las cosas se nombran y se explican sin aspavientos. En poesía es difícil ser prístino y oscuro al mismo tiempo. Pocos lo han logrado. Vallejo es uno de ellos: es sol (pugilato de piedras, lucidez), oscuridad (tiempo, desquicio humano, esperanza en la palabra poética), y tiempo humano irreverente en sus poemas europeos.  San Juan de la Cruz podría ejercer ambos espacios sin dificultad: es decir, llegaba a despertar la emoción por lo divino en el lector, y al mismo tiempo abría una brecha de sombras inauditas. Fray Luis es también el poeta de la transparencia y la complejidad. Su música es leve pero suena debajo de un espesa lira. En los mejores poemas de Alfonsina Storni se puede sentir esa respiración difícil de la metáfora pero también el verso directo y el adjetivo no rebuscado. La rusa MarinaTsvetaeva ratifica este ejercicio dual: “Me gustaría vivir contigo/en algún pueblo pequeño/en un crepúsculo sin final/ entre el interminable sonido de las campanas”. Cada palabra tiene un sentido múltiple e infinito: pueblo, crepúsculo y campanas. Largo de explicar acá en este breve espacio.
            Entonces lo que importa en realidad es cómo se va construyendo el resto del poema, y cuál es el arquetipo del corte final.  Es lo que hace Nicanor Parra: el poeta chileno parece que al comienzo escribe un poema muy sencillo, fácil de leer, hasta por momentos grotescos o graciosos, pero mientras el lector se sumerge en el poema se encuentra con la profundidad de su voz original. Es difícil ser claro y oscuro en poesía, pero me parece que esta combinatoria es esencial en la poesía de altos vuelos. Miriam R. Krüger opta por utilizar una máscara, y al mismo tiempo escribe poemas de aparente sencillez: “En mis labios/hay un nombre que cuelga….”dice en un poema. Sus poemas son puentes levadizos, versos breves que están en una búsqueda constante, y que desean vislumbrar las esferas de la precisión, de ese ritmo y esa forma que rodean sus primeros cantos. Esto le permite decir por momentos que lo que escribe no es poesía, estableciendo de esta manera una autocritica a su propio trabajo poético. La poeta desea construir un juego de palabras, jugando con la vida y la muerte que después de todo es el acto sublime de la escritura: “Soy como una pieza/ que no encaja en su lugar” confirma este descontento y el deseo de vivir el instante como si fuere el ultimo.  La máscara funciona con su alter ego, y lo que no se dice niega totalmente adrede la posibilidad de ser en el poema.  Sus poemas van transcurriendo en busca de un crepúsculo, de una puerta, de una orquídea lila colocada junto a su corazón, para que escuche el nuevo devenir de sus palabras.
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